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Mostrando entradas de diciembre, 2020

0002 DAÑO BISIESTO 31/12/20

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Hay despedidas más dulces y otras más amargas. Esta sin duda es de las dulces. Decir adiós a lo que te enferma es decir hola a lo que te sana. Nuevamente el tiempo se hizo relativo ante mis ojos y consiguió que 365 días parecieran mil lustros. Hoy todo acabará y yo digo adiós con una media sonrisa. La media sonrisa del que sabe que la vida le ha puesto a prueba. Del que ha caído cien veces y se ha levantado ciento una, del que ha perdido tanto que no ha sabido valorar lo que ganó. Ya mi tío más sabio lo dijo: “¿Año bisiesto? Mal año”. No le quise dar importancia en aquella ya lejana nochevieja de 2019. Nunca he sido supersticioso. Seguramente nunca lo seré. La muerte de Ghandi, el Titánic, el asesinato de John Lennon… Todos años bisiestos. Este año ha sido malo para todos por igual, independientemente de sexo, raza, clase o condición… (curiosa forma tiene la vida de lograr esa igualdad tan ansiada). A mí personalmente me ha dañado tanto que por momentos ni lo he notado, como esa herida

0001 A VECES PIENSO QUE LO QUE ESCRIBES ERES TÚ MISMO 30/12/20

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  A veces pienso que lo que escribes eres tú mismo. Una sucesión de palabras que puede definir amor y odio a partes iguales. Que puede describir vida y muerte, yo y tú resumidos en unas cuantas sílabas. Envidio al folio en blanco que aguarda en su plástico envoltorio la musa de alguien que esté dispuesto a confesarle sus secretos más íntimos, sus miedos más profundos, sus deseos… Envidio al bolígrafo, que como el corazón del ser humano, vive con respetuosa altivez el saberse necesario para que seamos tan libres o presos como queramos ser. Palabras que trazan sobre el blanco tapiz una sucesión de líneas paralelas que si entrecierras los ojos se convierten en uno de esos dibujos ocultos tras unos puntos que debes unir. La belleza de pensar que hace no demasiados millones de años no sabíamos lo que era una palabra. No demasiados millones de años, que cruel y relativo puede ser el tiempo. A veces pienso que lo que escribes eres tú mismo. Las líneas no son más que el camino que