0008 ESPERAR LO INESPERADO. 06/01/21


¿Por qué los seres humanos somos los únicos que esperamos lo inesperado? ¿Por qué tropezamos dos veces con la misma piedra y aun así podemos convencernos de que una tercera no nos hará daño? ¿Cómo conseguimos ignorar a la razón y la lógica a nuestra conveniencia? Supongo que esto es a lo que la biblia se refiere con el libre albedrío.

Basta con una promesa. Una sola promesa es capaz de amordazar a tu mente.

Dejamos que el tiempo hable como si estuviéramos convencidos de que no lo ha hecho ya. Como si creyéramos que cambiará de opinión una y otra vez hasta que nos guste lo que ha dicho.

Yo también he estado meses en silencio esperando que pasara algo, que en lo más profundo de mí sabía que no iba a ocurrir. Sabiendo que ese algo ni siquiera era importante fuera de las cuatro paredes de mi dormitorio.

“Cuando el 27 llegue…”. Ese 27 de película que por muy enredada que esté la trama sabemos que quince minutos antes de que termine llegará. Esa escena final que ante la lente de una cámara es tal y como la imaginamos, pero ante nuestros ojos…

Cuando cambiamos la pantalla por el mundo es cuando vemos que lo inesperado no siempre llega, y digo bien, vemos; porque saberlo lo sabíamos desde hace tiempo.

Mi 27 ya ha llegado y no hay carreras a la estación, ni hay “perdones” y “te quieros” en el andén, ni hay aplausos de los desconocidos ante el beso que anuncia el “vivieron felices y…”. Es solo un día más. Un día en el que he vuelto a darme cuenta de que yo ya lo sabía.

Esta es una de tantas veces en la que me he dado cuenta que estaba esperando lo inesperado.

Una más y por suerte o por desgracia no será la última.

Quizás esta vez la piedra no me haga daño.

Ojalá mañana llegue otro 27…

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