0002 DAÑO BISIESTO 31/12/20

Hay despedidas más dulces y otras más amargas. Esta sin duda es de las dulces.

Decir adiós a lo que te enferma es decir hola a lo que te sana.

Nuevamente el tiempo se hizo relativo ante mis ojos y consiguió que 365 días parecieran mil lustros. Hoy todo acabará y yo digo adiós con una media sonrisa. La media sonrisa del que sabe que la vida le ha puesto a prueba. Del que ha caído cien veces y se ha levantado ciento una, del que ha perdido tanto que no ha sabido valorar lo que ganó.

Ya mi tío más sabio lo dijo: “¿Año bisiesto? Mal año”. No le quise dar importancia en aquella ya lejana nochevieja de 2019. Nunca he sido supersticioso. Seguramente nunca lo seré.

La muerte de Ghandi, el Titánic, el asesinato de John Lennon… Todos años bisiestos.

Este año ha sido malo para todos por igual, independientemente de sexo, raza, clase o condición… (curiosa forma tiene la vida de lograr esa igualdad tan ansiada).

A mí personalmente me ha dañado tanto que por momentos ni lo he notado, como esa herida que duele tan punzante que acaba por adormecer la zona y dejas de sentirla. Es como si una mente maravillosa hubiera reunido todos mis puntos débiles para atacarlos uno a uno. Amor, trabajo, familia, salud…

He estado tan al fondo que he olvidado la luz de la mañana entrando por la ventana, el sabor de un beso e incluso el olor a césped recién cortado.

Pero que nadie se engañe, esto no es una carta de atormentado. No es la letra de un cantautor maldiciendo el olor que ella dejó en su almohada. Esto es mi oda personal. Es mi “Yes, we can”, mi “Veni vidi vici”.

Hoy escribo estas palabras con esa media sonrisa del que sabe que ha sobrevivido. Del que tiene la oportunidad de aprender del pasado, de vivir el presente. De esperar el futuro.

Hoy digo adiós a 2020.

Gracias por enseñarme lo duro que soy. Gracias por hacer mi piel callo. Gracias por irte y dejar paso a 2021. Gracias y no vuelvas jamás.

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